La conquista del aire fue, esencialmente, completada en un tiempo equivalente al de una vida humana; la del espacio no se completará mientras haya mundos por explorar. En estos primeros cincuenta años de exploración espacial la humanidad puso el pie en otro mundo y estiró su mano hacia los planetas más lejanos, con la sólida promesa de avanzar hacia ellos.
Si bien el comienzo de la era del hombre en el espacio está determinado con el lanzamiento del primer satélite artificial, en octubre de 1957, hubo una serie de acontecimientos que provocaron este comienzo; puede decirse que su inicio coincide con el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Las potencias vencedoras de Alemania habían tomado posesión de los misiles A-4 (V-2), fue así como Estados Unidos y la Unión Soviética contaron con este vector para trasladar cargas de pago, para estudios atmosféricos, a una altitud que superaba los 100 km.; un fin que los alemanes ya planeaban sobre el final de la guerra.
El primer misil A-4, que transportó elementos científicos a la alta atmósfera, se elevó el 10 de mayo de 1946, desde White Sands en Nuevo México, este lanzamiento fue seguido por otros que terminaron algunos en éxito y otros en fracaso, sin embargo aportó mucha experiencia en lanzadores de dos etapas.
La tecnología empleada se comunicó a otros países como Francia, Canadá y Japón, despertando así un espíritu de cooperación internacional con un objetivo muy claro; completar los diversos estudios del planeta previstos para 1957, el Año Geofísico Internacional, con satélites artificiales desde la órbita.
Ya el 4 de octubre de 1951 Mikhail Tijonranov, uno de los principales diseñadores de cohetes soviéticos, afirmaba que la tecnología de su país estaba a la par con la de Estados Unidos y que la creación de un satélite artificial era una posibilidad real. Posteriormente durante la conferencia del Año Geofísico Internacional, celebrada en Barcelona en 1956, un delegado soviético declaró que su país lanzaría su satélite para ese emblemático año.
Comienza la carrera espacial
Sin que ninguna de esas afirmaciones haya sido tomada seriamente, el 4 de octubre de 1957 el mundo constató, con gran sorpresa, el lanzamiento y puesta en órbita, por parte de la Unión Soviética, del Sputnik 1, el primer satélite artificial de la Tierra.
Se trataba de un satélite esférico de aluminio, con un diámetro de 58 cm. y un peso de 83 kg. Contenía instrumentos para medir la densidad y la temperatura atmosférica a lo largo de toda su órbita, que oscilaba entre los 227 y 941 km. de altura.
El vehículo lanzador del Sputnik fue un ICBM (Misil Balístico Intercontinental) modificado R.7 o SS-6 Sapwood, según el código de la OTAN, el cual luego pasó a llamarse simplemente A-1 ya que el mismo daría origen a una familia de lanzadores, muy similares entre sí, que mantuvo su línea a lo largo de estos cincuenta años, siendo los vectores de todos los satélites artificiales de la Unión Soviética y de los vehículos tripulados Vostok, Voshkod y Soyuz.
Los lanzadores fueron diagramados y construídos bajo la dirección del Ingeniero Sergei Korolev, considerado como el padre de la cohetería soviética.
Antes de que Estados Unidos pudiera recuperarse de la gran sorpresa de tener un objeto soviético en órbita, los rusos darían el segundo gran golpe en el mismo año; el 3 de noviembre de 1957 el Sputnik 2 era lanzado con el primer ser vivo a bordo, la perra Laika.
El satélite, además de la esfera con los instrumentos para medición de radiación solar, contenía un habitáculo para alojar a la perra, la cual estaría monitoreada por medio de electrodos para medir frecuencias respiratoria y cardíaca.
Laika había sido encontrada en las calles de Moscú; junto a otros perros se le habían practicado diversos test, finalmente fue seleccionada para realizar el viaje orbital. Como la cápsula no tenía mecanismo de recuperación la misma ardió en la atmósfera.
Aunque la historia oficial dice que Laika murió antes del reingreso, al agotarse la provisión de aire, es muy posible que haya muerto aún antes, debido al gran stress del animal y al calor producido durante el lanzamiento, considerando que aún no había sido perfeccionada la aislación térmica del la cápsula.
De todos modos el viaje de Laika aportó muchísimo para que luego viajaran al espacio otros seres vivos regresando sanos y salvos, quedando así abierto el camino para que el hombre conquistara el cosmos, es por eso que Laika es considerada una heroína del espacio y tiene su lugar en el gran monumento a la conquista del espacio en Moscú.
Mientras tanto Estados Unidos se hallaba desesperado por encontrar la forma de ponerse a la par de la Unión Soviética, ya había padecido un estrepitoso fracaso al intentar colocar un satélite Vanguard en órbita, el cohete había estallado en la plataforma el 6 de diciembre de 1957.
A raíz del desastre, la tarea de desarrollar un nuevo lanzador fue puesta en manos del ingeniero Werner Von Braun.
Por fin, la réplica estadounidense a los primeros logros soviéticos llegó el 31 de enero de 1958 cuando, por medio de un cohete Juno, se lanzó el Explorer 1, primer satélite artificial americano; ya con este primer satélite se realizó un interesante descubrimiento científico; un cinturón de radioactividad intensa que rodea al planeta, delimitado por el campo magnético terrestre.
Cada vez más lejos
Con la carrera espacial en marcha ambas potencias espaciales prosiguieron con sus respectivas líneas de satélites orbitales cosechando logros tecnológicos y científicos. Así como el Sputnik 3 prosiguió con la investigación del cinturón de radiación, descubierto por el Explorer, Estados Unidos consiguió poner en órbita algunos satélites de la serie Vanguard, durante los años 1958 y 1959, para estudiar radiaciones y micrometeoritos presentes en la alta atmósfera, así llegamos a agosto de 1959 cuando el Explorer 6 consigue las primeras imágenes de televisión de nuestro planeta.
La Unión Soviética decide arremeter otra vez, ahora su objetivo estaba puesto en la Luna y en los planetas vecinos, a menos de dos años de iniciada la carrera espacial los soviéticos logran hacer llegar a la Luna, el 12 de septiembre de 1959, al primer objeto hecho por el hombre, se trató del Lunik 2, una esfera de 390 kg. con un instrumental que detectó, antes de hacer impacto, la ausencia de campos magnéticos.
Un mes más tarde el Lunik 3, una sonda destinada a sobrevolar nuestro satélite, consiguió las primeras fotografías del lado oculto, la misión fue programada para el momento en que estuviera iluminado por el Sol; la sonda fue arrojada, como por una honda, de vuelta a la Tierra, durante el regreso transmitió las imágenes por radio, aunque una falla en el instrumental provocó pérdida de datos y algunas fotos resultaron borrosas.
Las investigaciones que motivaron tanto el lanzamiento de los primeros seres vivos a la órbita terrestre y las sondas no tripuladas a la Luna perseguían un mismo fin que no tardaría en ponerse de manifiesto; el hombre mismo deseaba conquistar el cosmos y de ser posible cumplir el sueño de generaciones de científicos, inventores y filósofos : poner un pié en la superficie lunar y luego, porque no, llegar a los planetas del sistema solar.
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