Esos árboles han crecido y hoy son un monumento viviente que nos recuerda aquella histórica misión la cual significó la continuidad de las misiones lunares, luego de la odisea de la fallida Apollo 13.
El 9 de febrero de 1971, además de los tres astronautas, retornaron a la Tierra semillas de Secoya, Pino Sicamoro y Abeto, las cuales serían plantadas para ver como y cuanto las había afectado la microgravedad, sin embargo sufrieron un trauma adicional, cuando el cilindro que las contenía fue descontaminado y accidentalmente la tapa se abrió en un recinto vacío, exponiéndolas. Algunas se dañaron pero la mayoría soportó este incidente sin problemas.
Desgraciadamente, no hubo un registro de las plantaciones de muchos de esos árboles y su ubicación es desconocida, sin embargo podemos apreciar árboles lunares en el Centro Espacial Kennedy, en la Casa Blanca y en el Centro Espacial Goddard.
También existen los árboles semilunares que son segunda generación, nacidos a partir de los que crecieron hace ya 40 años.
No había mucho estudio de la genética en aquel entonces y mucho se perdió de saber acerca de que mutaciones podrían haber tenido, pero ahora es posible identificarlos gracias a los avances de los últimos años y un científico de la NASA trabaja en dar con el paradero de algunos de los árboles originales.
Stuart Roosa falleció en octubre de 1994, en su tumba fue plantado uno de los árboles semilunares, de segunda generación, que recuerda su original iniciativa.
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